Ruta de los Bombos
Se define el bombo de Tomelloso como obra de trazo natural pues la tierra afloraba el material que el labriego disponía laborioso.
No fue fácil sin duda la labor si una técnica esmerada requería culminar la techumbre que cubría con ingenio y destreza el labrador.
El bombo está construido con las lajas de caliza sin trabar con argamasa acopladas, imbricadas las unas junto a las otras y con precisión calzadas, técnica que se le llama de piedra seca o vana.
Una gran técnica se necesita y un gran dominio que se precisa para cerrar la falsa bóveda, capacidad que no provino de especialista ni de albañiles si no que fueron los campesinos, los mismo dueños, con gran ingenio los que lo hicieron.
Quedamos en el sitio de siempre, a las ocho menos diez todos en el autocar y a las ocho partimos. El autobús nos llevará por el camino del campo, justo en dirección norte; a la izquierda que da la finca de Pedro Malo y por el camino de San Martín bordearemos el canal de los Auriles. Un poco más adelante, en el pareja de los Tamboriles le damos brío a las piernas y empezamos la ruta. También pisaremos los parajes de San Martín, la Zanahoriera, Haza de la Calera y don Víctor. Desde la primera vez que pasé por aquí hasta ahora han desaparecido al menos tres bombos, por suerte parece ser que la concienciación hacia ellos ha ido en aumento y con la ayuda del ayuntamiento gozan de alguna protección. El itinerario lo jalonan veinte bombos aparte de los que quedan más alejados. Todos muy interesante y distintos, a alguno podemos entrar.
Son 15 km de paseo por el llano manchego con aromas del pasado para admirar estas obras y homenajear a sus anónimos autores. Monumentos antiguos, irrepetibles, supervivientes de una arquitectura fósil, enclavados al aire libre como inmenso museo etnográfico y monotemático para todos aquellos dispuestos a admirarlos el domingo 18.
En un principio recibían el nombre de chozos. La primera referencia escrita con el nombre de bombo aparece en el periódico "El Obrero" en 1903.
Se puede afirmar que no hay dos bombos iguales.
Quizás la característica que más asombra es la estanquidad que dan las piedras impidiendo la filtración de agua de lluvia. Que no se calen, que no se lluevan parece obra de encantamiento.
Vicente Palacios Puerta